Una segunda vida para tu ropa (y cómo trabajarlo en el centro escolar)

Compramos más ropa de la que necesitamos y, a menudo, usamos alguna prenda solo una vez, porque en realidad solo usamos el 20% de la ropa de nuestro armario.

Antes de comprar una nueva prenda no nos paramos a pensar…

¿Realmente la necesito?

¿Dónde se fabricó?

¿Qué materiales se han utilizado?

¿Qué trabajadores y trabajadoras la hicieron y en qué condiciones?

Vertedero de ropa usada en Sa Kaeo, Tailandia. © Wason Wanichakorn / Greenpeace

Estamos ante un modelo de hiper producción e hiper consumo de ropa que es insostenible, caracterizado por un consumo compulsivo y menos consciente. Del término fast fashion hemos pasado al ultra fast fashion

En la producción de esta ropa, el gasto de consumo de agua supone un costo muy grande a la naturaleza, de la que se extraen los recursos naturales y a la que van a parar la gran cantidad de residuos textiles que se generan. Estos residuos a veces se vierten en los ríos o cerca de las poblaciones, a veces son utilizados como combustible, o bien son quemados a cielo abierto, todo ello con un gran impacto en la salud de las personas que viven cerca.

La naturaleza también sufre las consecuencias, ya que los tejidos sintéticos pueden tardar decenas de años en biodegradarse, algunas prendas contienen productos químicos peligrosos, utilizados durante su proceso de producción, y que afectan gravemente al medio ambiente; o sea que las consecuencias de los excesos de consumo de ropa lo pagan las personas más vulnerables y el planeta.

Un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente de 2024 concluye que en el año 2000 la Unión Europea generó 6,95 millones de toneladas de residuos textiles, unos 16 kg por persona de media. De ellos, solo 4,4 kg se recogieron por separado para su potencial reutilización y reciclaje, mientras que 11,6 kg acabaron desechados como residuos domésticos mixtos, es decir, en la basura. Sin embargo, España está por encima de la media de generación de residuos textiles, superando los 20 kg por persona y año, y en cambio, tan solo recogemos selectivamente 2,1 kg por persona al año; es decir, que solo se recuperan el 4%.

¿Te has parado a pensar alguna vez qué pasa con tus prendas cuando las dejas en los contenedores de ropa usada? En general, creemos que al dejar la ropa usada en el contenedor correspondiente, esta tendrá una segunda vida y ayudará a personas necesitadas, pero, ¿es esto cierto?

Con el fin de conocer el destino de la ropa usada, Greenpeace puso en marcha un proyecto que consistía en colocar dispositivos de localización en una serie de prendas que depositaron en múltiples contenedores de diferentes ciudades y, un año después, analizar qué ha sido de estas prendas, para determinar si existe una economía circular que pueda sostener este modelo de comprar y tirar.

Se ha podido documentar el viaje de 23 prendas de las 29 seleccionadas (la señal de las otras seis prendas se ha perdido). El 91,3% de las prendas analizadas se han localizado fuera de España. Los dispositivos han documentado la presencia de estas prendas en 11 países diferentes de cuatro continentes distintos: Emiratos Árabes Unidos, Pakistán, Marruecos, India, Egipto, Camerún, Togo, Ghana, Costa de Marfil, Rumania y Chile.

Para llegar a su destino final, las prendas recorren miles de kilómetros, alrededor de 9.000 km de media, saltando de un país a otro, lo que no asegura que vayan a ser reutilizadas dándoles una segunda vida, pero que seguro contribuye a generar más emisiones de CO2 y cambio climático. En total, las 23 prendas han recorrido 205.121 kilómetros, lo que equivale a más de cinco vueltas a la Tierra. La prenda que más kilómetros ha recorrido ha sido un pantalón que desde Madrid viajó 22.532 Km y su dispositivo de localización se detectó por última vez en Costa de Marfil.

El destino final no depende de los contenedores donde se depositen las prendas (si estos son municipales o están localizados en tiendas), ya que comparten las mismas entidades de gestión. Aunque no se ha analizado el funcionamiento de las gestoras de ropa, sí se intuyen algunas diferencias entre ellas relativas al empeño en realizar una gestión más responsable.

Los datos de aduanas estudiados indican que en 2023 se exportaron desde España un total 141.044 toneladas de residuos textiles, de los que 129.705 toneladas lo hicieron catalogados como “ropa usada”, más del 92%. Según datos recopilados por la UE, en España solo se recoge selectivamente el 4% de las prendas, tras ser desechadas.

Los principales destinos de exportación, según los datos de aduanas, son Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Pakistán y países de África Occidental y Central como Camerún, Togo y Ghana, lo que también coincide con los resultados de la investigación.

La calidad de la ropa que se exporta difiere de un país a otro, siendo por norma general la ropa más cara la que se exporta a países europeos y la más barata la que se exporta a países asiáticos y africanos.

Los resultados de esta investigación muestran un modelo absolutamente insostenible en el que prendas que cuestan cada vez menos y son de peor calidad, tras ser desechadas, viajan miles de kilómetros para buscar una segunda vida que casi nunca llega. Este modelo necesita de países del Sur Global para, primero, producir ropa, y, segundo, gestionar los residuos que generan las prendas que desechamos.

Conclusiones de estudio:

Es necesario y urgente transitar hacia un cambio de modelo drástico, uno que reduzca radicalmente la producción y el consumo de ropa.

La reducción en la cantidad de prendas que se ponen en el mercado debe acompañarse de un aumento de su calidad, durabilidad y reparabilidad. El uso de materiales sintéticos, más contaminantes y peligrosos, tiene que ir disminuyendo al mismo ritmo.

Es necesaria una gestión efectiva de la ropa usada y los residuos textiles que pueda evitar que estos se conviertan en un problema medioambiental y social. La actual “gestión” de ropa usada sólo desplaza el problema a miles de kilómetros, donde la capacidad de evitar el impacto medioambiental y social es mucho menor, al tiempo que perpetúa la mentalidad neocolonialista que subyace tras este modelo impulsado por las marcas de moda y su evasión de responsabilidades. 

En este cambio, el sector de la moda debe asumir íntegramente la responsabilidad durante todo el ciclo de vida de los productos textiles (desde la producción de las fibras hasta su gestión final), “ralentizando el flujo” y “cerrando el ciclo” con una apuesta prioritaria de la industria por el reciclaje de las fibras de la ropa ya existente.

Consejos para evitar el consumo excesivo de ropa

Este ejercicio nos permite repensar los usos que podemos darle a una misma prenda, jugando con su versatilidad y animándonos a darle una segunda vida a nuestra ropa. 

  • Reutilizarla en la familia o con amistades. Seguro que tienes alguna persona cercana que puede darle uso a esa prenda que ya no te pones porque no te gusta o te ha quedado pequeña/grande.
  • Donarla. La donación es una excelente forma de ayudar a quienes lo necesitan. Busca organizaciones locales o del barrio que reciban ropa para personas o familias en situación de vulnerabilidad.
  • Hacer upcycling o reciclaje artístico. Si te gusta coser o eres una persona creativa, transforma tu ropa vieja en nuevos objetos, como bolsos o cojines. Las viejas camisetas o pantalones pueden convertirse en trapos de limpieza, paños de cocina o alfombrillas. Utiliza la ropa vieja para hacer tapices o decoraciones. Es una forma divertida de fomentar la sostenibilidad mientras exploras tu lado más artístico.
  • Intercambiar ropa. Participa en eventos de intercambio de ropa. Así podrás renovar tu armario sin gastar dinero ni contribuir al desperdicio. 

Reutilizar la ropa no solo ayuda a reducir los desechos textiles que terminan en los vertederos, sino que también disminuye la necesidad de producir nuevas prendas, lo que a su vez ahorra recursos como agua y energía. Al darle una nueva vida a tus prendas contribuyes a un modelo de consumo más sostenible y responsable, además de fomentar tu creatividad y ahorrar dinero.

Reutilizar ropa tiene un impacto positivo tanto en el medio ambiente como en tu comunidad. Destacamos algunos de los beneficios más notables:

  • Reducción de desechos textiles: Cada prenda reutilizada es una prenda menos en los vertederos, disminuyendo la contaminación ambiental.
  • Menor consumo de recursos naturales: Evitas el uso de agua y energía necesarios para producir ropa nueva.
  • Disminución de emisiones de carbono: Reutilizar prendas contribuye a reducir las emisiones generadas por la fabricación y transporte de nuevas prendas.
  • Fomento de una economía circular: Ayudas a crear un sistema donde los recursos se aprovechan al máximo antes de desecharse.
  • Incentivo a la creatividad: Transformar ropa usada en algo nuevo te permite desarrollar habilidades manuales y diseñar piezas únicas.

¿Te animas a darle una segunda vida a tu ropa?

Enlace al proyecto de Greenpeace: ¿Una segunda vida para tu ropa?

¿Cómo trabajamos esto en el centro escolar?

Como sabemos, la transformación educativa no hace referencia exclusivamente a lo que se hace en el aula ni al contenido curricular que se imparte en las asignaturas. Aunque esto es fundamental, es importante que todas las actividades que ofrece el centro escolar acompañen de manera coherente los valores que queremos transmitir, al tiempo que sean propuestas que involucren y hagan partícipe a la comunidad. En este sentido, algunas líneas de trabajo a implementar o explorar de cara a concienciar sobre el impacto del hiperconsumo de ropa y el desarrollo de alternativas serían:

  1. Establecer en el centro escolar un punto de intercambio de ropa, donde las familias puedan dejar prendas que ya no utilizan, posibilitando que otras familias las reutilicen. Sería especialmente interesante que el propio profesorado participase de estas iniciativas, siendo un ejemplo para toda la comunidad educativa.
  2. Habilitar en el centro un espacio para la reparación de prendas de ropa, dónde, haciendo uso de materiales sencillos, el alumnado pudiese aprender a coser, bordar, etc. en su tiempo libre o de recreo. Es importante que se trate de un espacio supervisado, de modo que podamos controlar el riesgo y el alumnado pueda pedir ayuda en caso de necesitarla.
  3. En fechas como Carnavales o festivales de fin de curso, llevar a cabo actividades cuyo objetivo sea evitar que el alumnado compre disfraces o atuendos específicos nuevos. Podemos realizar una campaña de concienciación, pero también un concurso de disfraces sostenibles o un premio al atuendo reutilizado más original, de manera que además de evitar la compra de nuevas prendas textiles, estemos potenciando la creatividad y la autogestión del alumnado para diseñar sus ropajes.
  4. A la hora de elaborar proyectos, decorar nuevos espacios, etc. Ser conscientes de que la mayoría de alumnado y familias tendrán prendas de ropa en sus hogares de las que se querrán deshacer. Organizándose con tiempo, pueden ser recursos muy interesantes para utilizar substituyendo otros materiales: sábanas antiguas para elaborar murales, camisetas viejas para forrar libros, cordones de zapatos para utilizar como cuerdas, pantalones rotos para recortar banderillas decorativas… ¡Las posibilidades son infinitas!

Esperamos que estas ideas sirvan de estímulo para pensar otras muchas maneras de contribuir desde los centros escolares al cambio social y cultural necesario para que nuestro consumo textil sea de verdad sostenible.

Así mismo, aprovechamos para dejarte el enlace directo a otras entradas de este blog que trabajan esta temática desde una mirada más curricular. ¡No dudes en consultar estos materiales y utilizarlos en el día a día en tu aula!

¿A dónde va a parar nuestra ropa tras su desecho? – Tiempo de actuar

Tejiendo un pensamiento sostenible – Tiempo de actuar