En la actualidad, el problema de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza está adquiriendo una gran importancia, derivada de la crisis ecológica y del cambio global que la sociedad está, a su vez, sufriendo y promoviendo. Esta problemática ha obligado a reconsiderar la relación entre la esfera socioeconómica y la biosfera, así como la posición relativa de ambos sistemas.
El enfoque convencional de la Economía situaba a los ecosistemas (la naturaleza, los recursos naturales, etc.) como una variable más dentro de un sistema económico más amplio y cerrado representado por el flujo circular de la renta. Sin embargo, y consecuentemente, sólo se tenía en cuenta en la medida en que esta relación podía ser expresada en términos monetarios. El objetivo era, por tanto, tratar los problemas de la gestión de los ecosistemas como externalidades a internalizar en el sistema económico mediante los instrumentos analíticos de la Economía convencional, que razonan fundamentalmente en términos de precios, costes y beneficios monetarios, ya sean reales o simulados.
Por su parte, la Economía Ecológica redefine esa relación de dependencia y sitúa al sistema económico como un subsistema de un sistema más amplio que es la biosfera, abierto a la energía procedente del sol y prácticamente cerrado al trasiego de materiales (excepto por la entrada de meteoritos). Este cambio de posición del sistema tiene múltiples implicaciones teóricas y prácticas.
Una de las consecuencias es que el modelo económico resultante deja así de razonar en términos exclusivamente monetarios, ligados a una comparabilidad fuerte y una conmensurabilidad tanto fuerte como débil de valores. Esta nueva redefinición adopta necesariamente una multiplicidad de lenguajes de valoración, es decir, una comparabilidad débil y una inconmensurabilidad de valores, lo que constituye uno de los principios fundacionales más relevantes de la Economía Ecológica.
Otra consecuencia importante es que, desde el enfoque de la Economía Ecológica, las leyes que gobiernan la biosfera (de naturaleza biogeofísica) serían las que, en última instancia, gobiernan e imponen sus límites al proceso económico de producción y consumo.
Así, una vez aceptada la naturaleza del sistema económico como un subsistema de la biosfera, es evidente que una parte importante de los requerimientos de energía y materiales, así como de los costes en términos ambientales generados por el proceso económico de producción y consumo, no son fácilmente expresables en términos monetarios (inconmensurabilidad de valores). Sin embargo, son determinantes a la hora de evaluar la sostenibilidad ambiental de una economía en términos fuertes. De hecho, la sostenibilidad fuerte pasa así a estar directamente relacionada con el tamaño o escala que el sistema económico ocupa dentro de la biosfera. Cuanto mayor sea el tamaño del sistema económico, mayor será la presión sobre los recursos (reglas de entrada) y la emisión de residuos (regla de salida), y mayor su insostenibilidad. Uno de los grandes retos de la Economía Ecológica consiste, por tanto, en estudiar este tamaño relativo de la economía en la biosfera mediante la cuantificación de qué parte de —y cómo— los flujos de materia y energía que circulan por la biosfera son capturados y usados por el sistema económico, es decir, el estudio del metabolismo socioeconómico.
En ese sentido, esta situación de aprendizaje elaborada por Charo Morán para Economistas Sin Fronteras se desarrolla a partir de la crítica a la idea de que exista un único modelo económico posible que se basa en el crecimiento ilimitado y sólo reconoce indicadores como el Producto Interior Bruto. Un análisis crítico y holístico de nuestro modelo económico nos desvela las incoherencias de este con las leyes del funcionamiento del planeta, en el que nada puede crecer indefinidamente. La economía ecológica, tal y como hemos dicho, es una disciplina que nos aporta luz sobre la necesidad de ajustarnos a los límites planetarios y genera indicadores que miden la demanda material, energética y los residuos de
las acciones humanas.
¿Es el Producto Interior Bruto un indicador que sirva para afrontar la crisis ecológica y social? ¿Qué aporta la economía Ecológica en este sentido? Alrededor de estas preguntas se desarrollan las actividades propuestas para el aula (desarrolladas en la secuenciación didáctica), ordenadas en varias sesiones. A continuación, se puede descargar la ficha completa para su desarrollo en el aula.
Los objetivos competenciales a lograr:
- Conocer los inconvenientes de considerar el Producto Interior Bruto (PIB) como referente económico.
- Conocer las diferencias entre la economía ecológica, la economía ambiental y la economía convencional (capitalista).
- Conocer indicadores socioambientales como la huella ecológica, la huella hídrica y la huella de carbono, etc.
- Proponer alternativas para reducir el impacto negativo del modelo de producción y consumo.
Productos finales esperados:
- Análisis del metabolismo socioeconómico del centro educativo y propuesta de medidas para reducir el impacto ecosocial.
¡Os animamos a que la trabajéis en vuestros centros educativos!
Otros ejemplos de situaciones de aprendizaje
En este mismo blog ya hemos publicado:
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Este artículo ha sido realizado con el apoyo financiero del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. Su contenido es responsabilidad exclusiva de FUHEM.
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