Para realizar esta entrada ha sido de gran inspiración la lectura de un libro que recomiendo fuertemente: “Grandes granjas, grandes gripes”, de Rob Wallace, que es una obra traducida al castellano de su homóloga en inglés del 2016, y presenta un estudio acerca del origen de algunas de las enfermedades más alarmantes de nuestro tiempo.
El prefacio a la edición española contextualiza el libro dentro del escenario de la Covid-19. En ese sentido, esta obra, que aparece como el intento de comprender la distribución histórica y geográfica de peligrosos virus (como, por ejemplo, la gripe porcina -H1N1- y aviar -H5N1-, de las cuales el autor es un profundo conocedor), debería haber servido como una gran advertencia o llamada de atención, junto con otros materiales, para la actual pandemia de coronavirus.
Wallace advierte de que “cualquiera que pretenda comprender por qué los virus se están volviendo más peligrosos debe investigar el modelo industrial de la agricultura y, en concreto, la producción ganadera”. En la base de estas reflexiones subyace el convencimiento de que las pandemias virales son intrínsecas a un modelo económico capitalista en el cual existe un sector agroindustrial– entre otros- cuyo único interés es el de maximizar las ganancias mediante la brutal explotación de animales que viven hacinados y están expuestos a una gran variedad de virus y enfermedades.
El libro deja claro, en definitiva, que la red globalizada de producción ganadera no solo potencia las pandemias virales, sino que también actúa como una fuerza selectiva que determina la evolución viral. De hecho, si los modelos epidemiológicos incorporasen, por ejemplo, los factores que determinan la tasa de propagación ligada a los métodos de la agricultura industrial intensiva, la disminución de superficie de los ecosistemas terrestres y la pérdida de biodiversidad, sin duda su poder predictivo se potenciaría enormemente.
En ese sentido, en relación con el propósito que aquí se persigue, es importante destacar que el modelo de producción antes descrito proyecta tres grandes sombras:
- Una sobre la salud de los ecosistemas, con impactos negativos sobre el suelo, la biodiversidad, el aire, la calidad del medio acuático, etc.;
- Otra sobre la salud de las personas, causando impactos negativos directos sobre el desarrollo de enfermedades no infecciosas;
- Y finalmente, y muy relacionada con las anteriores, sobre la salud de los seres vivos, aumentando y/o contribuyendo a la mayor difusión de “familias” de virus zoonóticos (es decir, los virus que pueden transmitirse de animales a humanos).
Ficha técnica
Nivel: ESO (últimos cursos, con adaptaciones según el nivel) y Bachillerato.
Asignaturas: Biología y Geología; Ciencias de la tierra y del medio ambiente.
Objetivos
Al final de la técnica, el alumnado…
- Conocerá los mecanismos que subyacen al modelo de ganadería intensiva.
- Conocerá algunas implicaciones para la salud humana y para los ecosistemas de estos modelos.
- Profundizará en ejemplos concretos en los que se relacione el modelo industrializado de producción ganadera y el avance de enfermedades zoonóticas.
Desarrollo de la técnica
A continuación, se sugiere algún eje de información relevante en este ámbito y unas preguntas de investigación que podrían orientar el trabajo en el aula.
Partimos de aquí: ¿Qué sabemos? Según un reciente informe de Greenpeace sobre el tema que estamos tratando:
Si todo siguiera según los actuales patrones de consumo y producción alimentaria, para 2050 las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a ese sistema representarán más de la mitad del total de emisiones globales asociadas a las actividades humanas. Eso implica que las consecuencias de lo que comemos y cómo producimos nuestros alimentos tendrán cada vez mayor impacto y supondrán una mayor amenaza para nuestra supervivencia en la Tierra. En particular, los productos de origen animal destacarán como los más responsables, ya que contribuyen a alrededor del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos. La carne y los productos lácteos son los elementos de nuestra dieta que mayores daños causan al clima y a los ecosistemas en general, y están fuertemente relacionados con la pérdida de biodiversidad del mundo.
El gráfico representa la evolución mundial del consumo de los principales tipos de carne (vacuno, ovino y caprino, cerdo y aves de corral) entre 1970 y 2013, expresada en cantidad (kg de producto per cápita al año). Datos de FAOSTAT, 2018, vía Greenpeace.
Los distintos tipos de carne impactan de forma negativa en distintos ámbitos. Mientras que la producción de carne de vacuno tiene un mayor impacto en el clima, el pollo es a menudo el centro de los problemas de enfermedades infecciosas transmitidas por los alimentos debido a bacterias asociadas y otros patógenos. Las infecciones por Campylobacter y Salmonella, en ese sentido, representan más del 90% de todos los casos de intoxicación alimentaria por bacterias en el mundo. La mayoría de estos casos están relacionados con el consumo de aves de corral y de productos avícolas. Como se mencionó anteriormente, a nivel mundial el aumento del consumo de aves de corral es un factor determinante en el aumento del consumo de carne en general y, por tanto, es probable que cada vez sean más las enfermedades humanas relacionadas con su consumo, tal y como parece sugerir también Wallace en su libro.
El impacto que tiene la producción de carne y productos lácteos sobre los procesos planetarios que sustentan la vida en la Tierra es tan grande que pone en peligro seis de los nueve límites planetarios, tal y como muestra el gráfico a continuación (vía Greenpeace). Los límites planetarios son los factores clave que aseguran un planeta habitable para los seres humanos. De los nueve procesos globales que sustentan la vida en la Tierra, cuatro han superado ya los niveles seguros: el cambio climático impulsado por actividad humana, la pérdida de la integridad de la biosfera, el cambios en el uso del suelo así como los altos niveles de fósforo y nitrógeno que fluyen hacia los océanos debido principalmente a la actividad agrícola. La contaminación por fertilizantes nitrogenados y fosforados, junto con la integridad de la biosfera (biodiversidad), son los dos límites planetarios que se encuentran en la zona de alto riesgo de alterar la vida en la Tierra. El límite de nuevas entidades se refiere a “nuevas sustancias, nuevas formas de sustancias existentes y formas de vida modificadas que tienen el potencial de provocar efectos geofísicos y/o biológicos no deseados” (por ejemplo, microplásticos, nanopartículas u organismos modificados genéticamente).
El aumento a nivel mundial del consumo de carne, grasas y azúcar refinado está contribuyendo a la mayor prevalencia de la obesidad y las enfermedades crónicas no transmisibles (enfermedades cardiovasulares, algunos tipos de carcinomas, etc).
Y ahora, ¿Qué hacemos?
A partir de estas informaciones, se puede dividir el alumnado en grupos para que amplíen y profundicen sobre estos temas a partir de los materiales bibliográficos aquí mencionados (que, a su vez, contienen más referencias a la literatura más específica y especializada) para intentar responder a preguntas de investigación como las que se sugieren a continuación:
- ¿Qué comemos? Análisis de la evolución histórica de nuestros patrones alimentarios. ¿Han cambiado? ¿Actualmente prevalecen unas formas determinadas frente a otras? ¿Las personas jóvenes están más expuestas a determinados tipos de patrones alimentarios insanos?
- El impacto que tiene la producción de carne y lácteos sobre los procesos planetarios que sustentan la vida en la Tierra es tan grande que pone en peligro seis de los nueve límites planetarios. ¿Cuáles son? (repasarlos a partir del gráfico antes mencionado) ¿A qué procesos concretos del modelo de producción ganadero están ligados?
- ¿Por qué se vincula cada vez más la intensificación de la cría de ganado con la aparición de patógenos de origen zoonótico, potencialmente peligrosos para el ser humano? ¿Dónde podrían detectarse actualmente los focos potencialmente más peligrosos? ¿Cuáles son los mecanismos biológicos que subyacen? ¿Dónde se han detectado en el pasado?
- ¿Cuáles serían las medidas y las pautas a introducir para reducir el consumo y la producción de carne y derivados para los próximos años? ¿Cuál seria un modelo productivo alternativo? ¿Qué elementos, dada la realidad compleja e interconexa que vivimos, se tienen que tener en cuenta?
- ¿Qué papel tiene la globalización y el modelo económico dominante en la configuración de escenarios peligrosos para el ser humano? ¿Existe un poder coercitivo de la agroindustria sobre los estados?
- Uno de los mensajes más importantes presentes en el libro de Wallace es que el mayor foco de atención se pone en tratar de comprender los “mecanismos moleculares” (es decir, la técnica) por los cuales algunos virus prevalecen sobre el sistema inmunológico humano, mientras que se pone poco énfasis en tratar de comprender las otras causas, quizás menos lineales y más complejas, que están detrás de que emerja una cepa de gripe “más” patógena, capaz de infectar y matar a millones de personas. Se podría debatir con el alumnado las razones de estas aproximaciones.
- Indagar y profundizar sobre el problema de las macrogranjas, en términos de impactos sobre el medio ambiente, y como falsa solución al problema de la España vaciada.
Para profundizar
Pérdida de biodiversidad y pandemias: un nexo oscuro y peligroso