Diálogo ecosocial: “Desafío climático: ¿algo se mueve?”

El III Diálogo Ecosocial, bajo el título «Desafío climático: ¿algo se mueve?» reunió el pasado 20 de febrero en el Espacio Abierto FUHEM a un grupo de especialistas sobre cambio climático que debatieron sobre el diagnóstico, las responsabilidades y las alternativas de este problema. Moderó el debate Luis González Reyes, miembro de FUHEM.

Cristina Rois, miembro de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y de Ecologistas en Acción, examinó el  primero de los tres ámbitos, destacando  los principales resultados del  5º informe del IPCC, que no ha hecho más que confirmar las preocupantes perspectivas anunciadas desde hace décadas sobre la acumulación de CO2 en la atmósfera: fenómenos meteorológicos extremos, deshielo del Ártico, subida del nivel del mar y acidificación de los océanos, entre otros efectos. Como ya anunciaba el 4º informe, se confirma el origen antropogénico del calentamiento.

En cuanto a los escenarios, si optamos por seguir igual, “business as usual”, a finales de este siglo la concentración de emisiones  se habrán multiplicado por 3 o por 4. En el otro extremo, si hemos de actuar por frenar los pronósticos más preocupantes, habrá que realizar una fuerte reducción de emisiones como máximo en una década y mantener un ritmo de emisiones cero los próximos 60 años. Y aun así, la concentración de gases en la atmósfera crecerá un 7-8%. Resulta claro que este escenario requiere una fuerte determinación por parte de la sociedad y acometer cambios profundos en los estilos de vida.

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El análisis, precisamente, de los estilos de vida fue el eje de las intervenciones de Jordi Roca, catedrático de teoría económica de la Universidad de Barcelona, e Iñaki Arto, doctor en economía y miembro del Basque Research Centre for Climate Change, que abordaron la segunda cuestión de las responsabilidades. Ambos acaban de publicar, junto a otros autores, el libro La responsabilidad de la economía española en el calentamiento global, de FUHEM Ecosocial y La Catarata. Su investigación incorpora un novedoso enfoque para examinar las emisiones, no desde el punto de vista territorial, como es habitual, sino desde la perspectiva del consumo de los hogares. De estos dependen 2/3 partes  de las emisiones totales españolas. Conviene aclarar, sin embargo, que el 20% se producen de forma directa y el 80% de forma indirecta a través de los bienes y servicios producidos para el consumo privado. Este consumo indirecto incluye muchas emisiones que se producen en terceros países en la producción de los bienes que las personas consumen.

Un dato de interés es que la huella de carbono de los hogares ha crecido un 50% entre 1995 y 2007. El segmento que más emisiones produce es el de transporte y comunicaciones (27%), seguido por alimentación-bebidas-tabaco (19%), ocio-cultura-hostelería (14%) y el sector energético (13%).

Si bien la media de emisiones asciende a 12,5 t por hogar y año, es necesario subrayar que existe una amplia variación entre los que consumen más –superando las 30 t por hogar/año− y los que consumen menos, que en muchos casos sufren “pobreza energética”. También se observan asimetrías a nivel regional, con Navarra, Madrid y Baleares encabezando el ranking de emisiones, mientras que Canarias, Extremadura, Ceuta y Melilla se sitúan en el polo opuesto.

En el apartado de escenarios, futuro y alternativas, Tom Kucharz, miembro de Ecologistas en Acción, destacó las sombrías perspectivas respecto a la firma de un nuevo protocolo vinculante en 2015, a la vista de la cumbre de Varsovia, donde, de nuevo, se ha puesto de manifiesto el creciente relieve de las industrias y lobbies en las propias negociaciones, en las que participan codo a codo con los Gobiernos.

Además, existe una permanente presión/acusación de los máximos responsables del cambio climático hacia los países emergentes para que adquieran más compromisos. Los países industrializados se escudan en ese argumento para permanecer en la inmovilidad. Por su parte, los países empobrecidos exigen la transferencia de tecnología y recursos.

Kucharz estima que se ha producido un marcado retroceso desde la cumbre de Copenhague en 2009. En paralelo, todo el proceso multilateral se está deteriorado porque está desapareciendo la responsabilidad compartida, mientras que se violan las obligaciones legales. Como resultado, se prepara un documento sin vinculación legal, aunque eso vulnera la convención marco. En definitiva, «el proceso multilateral está dañado hasta no ser creíble».

También señaló Kucharz que las organizaciones ecologistas tienen una parte de responsabilidad por haber aceptado el protocolo de Kyoto, que abrió la puerta al desarrollo de mecanismos del mercado, como el comercio de emisiones, para gestionar el cambio climático, y que son falsas soluciones, como se desprende de que la expansión de estos mecanismos no ha logrado  frenar −sino, en todo caso, lo contrario− el agravamiento del cambio climático.

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Además, como invitados de la ”fila cero”, intervinieron en el debate Liliane Spendeler, directora de Amigos de la Tierra; Tatiana Nuño, responsable de cambio climático de Greenpeace; Javier Rico, periodista ambiental; Cecilia Carballo, miembro del patronato de Alianza por la Solidaridad, Joaquín Nieto, director de la oficina de la OIT en España; y Cote Romero, miembro de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, antes de pasar la palabra al público asistente.

Partiendo de que el cambio climático ya está aquí, que es muy probable que se pase el umbral de seguridad de 1’5-2 grados y que ahora nos encontramos en un momento decisivo si queremos evitar las peores consecuencias para la sociedad en forma de disputa violenta por los recursos, el debate se enfocó en las alternativas a la actual situación.

Los participantes estuvieron de acuerdo en que para frenar el cambio climático es absolutamente necesario cambiar de modelo económico de producción y consumo, que incluye la recuperación del poder sobre la producción, la reducción en términos absolutos de la extracción de recursos naturales y la relocalización de la actividad económica. Esta transformación se hace inexcusable incluso desde la lógica económica. Igualmente, se hace necesario un cambio de modelo energético, evitando caer en falsas salidas en forma de tecnologías de producción energética igual o más peligrosas, como el fracking. Pero previnieron que no cualquier salida es válida. Debe ser solidaria, inclusiva y sostenible.

También hubo consenso en que el cambio solo vendrá de la mano de la sociedad, que no es solo parte del problema, sino también de la solución. Para ello, resulta esencial: 1) repolitizar a la gran mayoría de la sociedad civil, a fin de 2) realizar presión política y exigir responsabilidades;  3) democratizar las agendas; y 4) defender la multilateralidad del proceso negociador a nivel mundial –evitando G8, G20, BRICs…−; a la hora de adoptar las decisiones que nos afectan a todos deben sentarse a la mesa todos los actores relevantes, única forma de asegurar los derechos de las mayorías. Hoy por hoy, parece más factible actuar en la agenda energética −de actualidad− que en la agenda climática, cuyos canales de influencia se encuentran mucho más restringidos.

Es necesario seguir insistiendo en que en el cambio climático es una problema con responsabilidades comunes, pero diferenciadas. Por ello, no hay que perder de vista la cuestión del poder.

Por su parte, las acciones individuales, aunque pequeñas,  no tienen por qué ser desdeñadas en tanto que permiten, sobre todo, transformar a las personas, empoderándolas, y les abre a escuchar otras interpretaciones de la realidad.

Para realizar todo ello son importantes los ingredientes de ilusión y determinación, que atajarán pesimismos y desencantos. Ya se están produciendo cambios importantes. En América Latina y la India, por ejemplo, se aprecian movimientos  muy fuertes, especialmente en el tema energético. También en Europa y España están surgiendo movimientos nuevos, por ejemplo, en cuestiones energéticas, abordando los problemas desde otras perspectivas.

A pesar de los cambios registrados en la percepción del problema, la información sobre el cambio climático no acaba de calar en la ciudadanía, tanto porque se trata de un tema complejo como porque sus consecuencias se siguen proyectando al futuro y la gente se muestra escéptica respecto a las consecuencias sobre la sociedad, tal y como recoge una encuesta de la OCDE. Algunas ONG reconocen su parte de responsabilidad en esta situación porque han fallado a la hora de transmitir el mensaje, con demasiado énfasis en las causas del cambio climático. Reconociendo esto, ahora se plantean centrarlo más en las soluciones. Por su parte, los medios de comunicación tampoco siempre han sabido contextualizar la información sobre el calentamiento global. Un dato que ilustra la “desconexión” entre el fenómeno y la sociedad es que el 4º informe del IPCC (2007) fue portada en los medios de todo el mundo, mientras que  el 5º informe (2013) apenas ha tenido repercusión.

Si la crisis ha tenido algo de positivo es que en los países industrializados hoy hay más conciencia sobre el cambio climático, y las duras situaciones que se están viviendo hacen más fácil realizar cambios hacia un estilo de vida más austero, aunque no por ello menos feliz.

Te ofrecemos el vídeo íntegro del evento.

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