“La bicicleta ha hecho más que nada y más que nadie por la emancipación de las mujeres en el mundo” –decía Susan Anthony.
Y decía su compañera de lucha, Elizabeth Stanton:
“Las mujeres viajamos, pedaleando, hacia el derecho al voto.”
Algunos médicos, como Philippe Tissié, advertían que la bicicleta podía provocar aborto y esterilidad, y otros colegas aseguraban que ese indecente instrumento inducía a la depravación, porque daba placer a las mujeres que frotaban sus partes íntimas contra el asiento.
La verdad es que, por culpa de la bicicleta, las mujeres se movían por su cuenta, desertaban del hogar y disfrutaban el peligrosos gustito de la libertad. Y por culpa de la bicicleta, el opresivo corsé, que impedía pedalear, salía del ropero y se iba al museo-
– Eduardo Galeano