¿Por qué es importante hablar en el aula sobre la abolición de las armas nucleares? Algunas propuestas para el aula.

El 6 y el 9 de agosto de 1945, en plena Segunda Guerra Mundial, EEUU arrojó dos bombas atómicas sobre Hiroshima, la primera, y Nagasaki, la segunda, en Japón. Fue la única vez que se han arrojado sobre población civil. Los impactos fueron tan devastadores que precipitaron la rendición de Japón y abrieron la puerta al fin de la guerra. También, los efectos sobre los civiles en muertes instantáneas y en daños a la población que lo sufrió y las generaciones siguientes fueron tan brutales que este arma no se ha vuelto a utilizar en ningún conflicto –por desgracia, sí las armas químicas, tan devastadoras e indiscriminadas como la bomba atómica–, pero la mera amenaza de su uso ha sido herramienta de presión geopolítica desde la Guerra Fría hasta nuestros días.

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Explosión Nuclear. Fuente: iStock 456613403

Pero si las grandes potencias se han lanzado la pelota de la amenaza atómica y ciertas potencias regionales han buscado dotarse de esta potente arma, en paralelo ha crecido un movimiento civil de oposición a las armas nucleares que cristalizó en 2021 en el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN). TPAN fue aprobado en 2017 por la Asamblea General de la ONU y entró en vigor en 2021. Cuenta actualmente con 94 Estados firmantes, de los cuales 73 lo han ratificado. Desafortunadamente, los principales países posindustriales −como EEUU, Canadá, Francia, Gran Bretaña, España o Australia− han ignorado este importante instrumento jurídico internacional a favor de la paz. 

El TPAN es una construcción multilateral que fomenta la cooperación y fortalece el imperio de la ley. Para lograr esa abolición es necesario un compromiso de toda la sociedad y de la comunidad internacional. Además, en un mundo sumido en una grave crisis ecosocial, la cantidad de recursos dedicados cada año a las armas nucleares es un dispendio innecesario que podría dedicarse a asuntos más urgentes como la crisis climática.

Además de EEUU y Rusia, otros países conocidos que poseen armas nucleares son: Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Corea del Norte y, probablemente, Israel. 

Según el copresidente de ICAN, Carlos Umaña, el riesgo de la guerra nuclear es actualmente más elevado que nunca. Hoy día existen más de 13 000 armas nucleares y 4 000 están preparadas para ser disparadas en cualquier momento y detonar en un minuto. En este sentido, el llamado Reloj del Apocalipsis (Doomsday Clock) se sitúa actualmente a 89 segundos de la hecatombe mundial, un segundo más cerca del fin del mundo que hace un año, según anunció la junta directiva del Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de Científicos Atómicos) de la Universidad de Chicago el pasado 28 de enero de 2025. 

Si el riesgo de conflagración es elevado, también existe la posibilidad de que se detone una ojiva nuclear accidentalmente. Según las directrices de los países con armas nucleares, se establece un «lanzamiento de advertencia», es decir, disparar el arma nuclear preventivamente si perciben que van a ser atacados. Pero, como destaca Umaña, «los sistemas se equivocan». Actualmente, los principales puntos calientes del planeta son Ucrania, Oriente Medio y el Mar de China.

La peligrosidad de las armas nucleares −como de las químicas− es que destruyen indiscriminadamente, no solo los blancos militares, sino todo, y principalmente se ceban con la población civil. Los actuales arsenales tienen capacidad para destruir el mundo, incluso varias veces. Una sola bomba de 100 kilotones mata a cientos de miles de personas. En una guerra con varias deflagraciones y bombas mucho más potentes que las de Hiroshima y Nagasaki morirían millones de personas instantáneamente y resultarían cientos de millones de heridos por irradiación. Además, se produciría la destrucción de la capa de ozono y el hollín que sube a la estratosfera bloquearía la luz solar, lo que conduciría al invierno nuclear, con una caída de 25ºC. Por descontado, en estas condiciones no pueden crecer las plantas y habría escasez de alimentos durante muchos años.

En la Guerra Fría se estableció la destrucción mutua asegurada como política que, supuestamente, traería la paz, pero no fue así. Estamos en los mayores niveles de conflicto armado desde 1945. Como es bien sabido, la paz es mucho más que ausencia de guerra, lo que implica la resolución no violenta de conflictos, estableciendo puentes de entendimiento y cooperación. «Las armas nucleares son lo opuesto a esto. Son usadas para coaccionar y envenenan las relaciones entre países», aseguró Umaña. 

Ante este peligro continuado, la adopción del TPAN marcó un hito histórico. A diferencia de las armas químicas y las biológicas, las armas nucleares eran las únicas armas de destrucción masiva que, hasta la fecha, no estaban prohibidas por una ley internacional a pesar de sus evidentes y catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales. Con el TPAN se prohíbe el uso, la amenaza de uso, el desarrollo, la producción, la fabricación, la adquisición, la posesión, el almacenamiento, la transferencia, el estacionamiento y el despliegue o instalación de armas nucleares, así como alentar, ayudar, inducir o solicitar y recibir ayuda para realizar cualquiera de estas actividades prohibidas. 

En la semana del 3 al 7 de marzo de 2025 se ha celebrado la 3ª reunión de los Estados parte del tratado en la sede de la ONU en Nueva York, con asistencia de las organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, estarán ausentes los países con mayores arsenales nucleares, Rusia y EEUU.  A la hora de redactar estas líneas aún no se conoce el resultado. Y el 5 de marzo se celebró el Día Internacional para Concienciar sobre el Desarme y la No Proliferación.

La organización que coordina a todos los movimientos en torno al TPAN es ICAN (Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares), que ha recibido el premio Nobel de la Paz en 1985 y 2017, respectivamente. Por su parte, organizaciones japonesas de hibakusha (supervivientes de la bomba atómica) y activistas ejercen una labor de concienciación visitando lugares de todo el mundo. Una delegación compuesta por miembros de Nihon Hidankyo, −galardonada con el Nobel de la Paz en diciembre de 2024−,  Gensuiko (Consejo Japonés contra las Bombas Atómicas y de Hidrógeno), ICAN y la Alianza por el Desarme Nuclear recorrieron varias ciudades españolas 

Existe una campaña global para la abolición de las armas nucleares y la adhesión de los Estados al TPAN; en paralelo, se ha organizado un movimiento de jóvenes por el TPAN hay también un movimiento para recabar el apoyo de las ciudades al TPAN. En España ya se han unido 108 municipios, entre ellos Zaragoza, Sevilla, Santiago de Compostela, Tarragona, Gijón, Lleida, Burgos, Barcelona, Cádiz, Guadalajara y A Coruña.

Testimonio de un hibakusha

Shigemitsu Tanaka, hibakusha de Nagasaki, ha narrado en varias ocasiones su testimonio de cómo vivió el estallido de la bomba atómica, y siempre se emociona. El 9 de agosto de 1945 Tanaka tenía apenas cuatro años. Estaba jugando con su abuelo y un hermano más pequeño en el jardín de su casa en Nagasaki cuando vieron un gran destello y un aire huracanado que les envolvió. La onda expansiva rompió los cristales y arrancó las puertas. En ese momento, ningún miembro de la familia murió, pero algunos fallecieron en el espacio de unos años. Tres días antes, en Hiroshima no sonaron las alarmas en Hiroshima. Nadie estaba en los refugios. De 300 000 habitantes de la ciudad fallecieron inmediatamente 100 000 personas. En total, el balance de las dos bombas fueron 600 000 personas afectados y hasta fin de 1945 murieron 200 000 personas. Muchas de ellas fallecieron vaporizadas por los rayos de calor y entre la gente herida a menudo no se podía distinguir si eran hombres o mujeres, tal era su deterioro. Al día siguiente, su madre fue reclutada como enfermera. No tenían medicinas. Su padre fue enviado con los equipos de rescate a la zona cero. La alta radioactividad de la zona le afectó y le hacía sentirse siempre agotado; murió doce años después. El mismo Tanaka tiene afecciones de corazón. A los 29 años se casó con otra víctima de segunda generación. Su hija nació con una hernia diafragmática y, aunque fue operada, falleció. Varios hijos de las siguientes generaciones han nacido afectados por la radiación: un bebé nació sin brazos ni piernas y otros con alteraciones genéticas que les afectaban física y cognitivamente.

Pese a la alta mortalidad causada por las bombas, las autoridades de Japón y EEUU trataron de encubrir los daños. EEUU rechazó pedir ayuda a la Cruz Roja y ofrecer suministros y médicos. Las víctimas tuvieron que hacer frente solas a las terribles secuelas de la bomba atómica y fueron abandonadas a su suerte tanto por el Gobierno japonés como por EEUU, que ocupó el país tras el fin del a Segunda Guerra Mundial. De hecho, EEUU utilizó a algunos supervivientes como conejillos de indias sin darles tratamiento o medicinas para observar cómo actuaban los efectos de la radiación. Muchas de las víctimas se suicidaron porque eran marginados y tratados con desprecio. El estigma los acompañaba. Una mujer hibakusha tenía muchas dificultades para casarse. En 1954 se produjo un punto de inflexión. EEUU estaba probando el arma nuclear en las islas Bikini, pruebas que afectaron a unos mil atuneros japoneses que faenaban por la zona. Se produjo un clamor en Japón y las familias empezaron a organizarse. En 1955 se creó Gensuikyo (Consejo Japonés contra las Bombas Atómicas y de Hidrógeno). Actualmente, el Gobierno de Japón sigue dando la espalda a las víctimas de las bombas nucleares y al TPAN, ya que continúa bajo el ala de EEUU que promueve el arma nuclear. Las víctimas siguen buscando una indemnización del Gobierno japonés.

Público destinatario

Alumnado de Bachillerato y 2º ciclo de Secundaria.

Asignaturas: Historia del mundo contemporáneo, Geografía e historia, Filosofía, Valores sociales y cívicos

Objetivo general

Reflexionar en torno a las armas nucleares y sus efectos

Objetivo específico

Conocer los efectos de las armas nucleares y el movimiento para su abolición, específicamente el tratado internacional TPAN, así como las organizaciones de la sociedad civil que lo apoyan. 

Actividades para el aula

  • Investigar qué es el proyecto Manhattan y elaborar un informe breve, individualmente o en grupos. Como material de apoyo puede visionarse en clase una parte de la película Oppenheimer (Disponible en Amazon Prime Video).
  • Investiga y haz una lista de organizaciones que trabajan por la abolición de las armas nucleares y sus actividades. ¿Cómo puedes contribuir tú o tu grupo de amigxs en este trabajo?
  • Investigar en grupos  los temas tratados y posibles resultados de la 3ª reunión de los Estados parte del TPAN, celebrada en marzo de 2025.
  • Conocer quiénes son los hibakusha y su testimonio en primera persona (en esta entrada e investigación en internet + el video Hiroshima: A mother’s pray). Después, escribe una carta a un/una hibakusha con todo lo que has aprendido sobre las armas nucleares y sus impactos.