Los duelos en Educación Infantil. Entender la muerte, entender la vida

duelo

                 “Poder decir adiós es crecer
                                    Gustavo Cerati

A menudo y en la actualidad, poco escondemos a la curiosidad de los niños y las niñas, excepto el sufrimiento y la muerte. Se suele pensar que, tal vez, sean cuestiones demasiado tristes o duras para edades tempranas, pero lo cierto es que por difícil que sea no podemos esconderlo. Son temas que nos encontramos en el día a día: el fallecimiento de familiares como abuelos y abuelas, pérdida de seres queridos, mascotas, etc., enfermedades terminales o no de gente cercana, sentimientos de pérdida ante rupturas sentimentales…

Lo importante es poder responder a sus preguntas de la mejor manera posible para que puedan entenderlo. O, por lo menos, que puedan comprender que es algo de lo que podemos hablar y pueden expresar. Que no ocurra que se incorpore ya desde la infancia como un tema tabú que es mejor no abordar. Esto les dificultará enfrentarse a ello cuando les toque, y poder resolverlo y afrontarlo de una forma sana.

Es importante poder abordar estos temas dolorosos sin eufemismos. No contribuyamos a evitar o huir de las realidades que nos ocurren, sino enseñemos a afrontarlas para resolverlas o elaborarlas de formas sanas. No les digamos a los niños y niñas “que alguien se ha ido”, ni que “está durmiendo”, pues pueden esperar que vuelva o que se despierte. Es doloroso pero ayuda a elaborar y seguir adelante poder transmitirles la verdad de que no va a volver. Poder decirlo de la manera que sea más acorde con cada persona: porque se convierta en tierra, porque se vaya al cielo, etc. Y ayudarles a comprender que aunque no podamos ver a una persona, ésta puede seguir presente dentro de nosotros y nosotras (en el corazón, en el recuerdo, en el pensamiento…).

Gracias al profesorado de infantil del colegio Lourdes y a una orientadora del colegio Hipatia, ambos centros de FUHEM, os aportamos los siguientes materiales para  poder abordar el tema o reflexionar sobre él en la práctica educativa:

  • Publicación de Ares González Hueso, profesor de Infantil del Lourdes, en el blog “Alaya. Difundiendo Infancia” con el post La muerte a los 5 años. Una experiencia para abordar la muerte en el aula.
  • Listado de cuentos. El cuento como herramienta. Cuentos en los que está presente la muerte y cuentos en los que aparece la muerte, para poder hablar de ello con alumnado de Educación Infantil.
  • Experiencia de la escuela infantil Es Poriol de Ciutadella (Menorca).
  • El proceso de elaboración del duelo. Resumen de su teoría y práctica. ¿Qué podemos hacer?

 

LA MUERTE A LOS 5 AÑOS   (POR ARES GONZÁLEZ HUESO)  publicado en el blog “Alaya. Difundiendo Infancia”

Lo que hoy trato de narrar es la experiencia de 27 personas que nos mostramos de corazón a corazón en el maravilloso espacio de la asamblea. El año pasado, junto a mis 26 alumnos y alumnas, pudimos compartir  diferentes temas de la naturaleza propia del ser humano como la vida, la muerte, el amor, la separación familiar, etc. Quizás, los más importantes y significativos, puesto que hablar de ellos significa reconstruir la vida, afrontarla, tener recursos, reconocerla como tal y salir fortalecido de ello.

Sin embargo, hoy comentaré la experiencia que tuvimos hablando y creciendo junto a la muerte. En una asamblea, comentando diferentes temas, salió la muerte de una bisabuela y también de un perro. En ese momento, no daba lugar para poder trabajarlo, así que el tema se quedó flotando hasta que un día pudimos aterrizarlo entre todos.

Lo primero que hicimos fue realizar una ronda contándonos las muertes que habíamos tenido cada uno a nuestro alrededor y cómo lo habíamos vivido. Comencé hablando de las muertes de mis abuelas y de mi tío, de la tristeza y el duelo y del no poder tocarles ni hablarles físicamente. Y fue así como cada uno fue contando las suyas: pájaros, perros, hámsters, abuelos, abuelas, etc.

También hubo quien dijo que no se le había muerto nadie cercano. Expliqué que aunque no los conocieran, sus padres y sus abuelos, también tenían padres y madres que ya no estaban y que se habían muerto.

Es así como fuimos generando un campo de emociones, vivencias, ojos vidriosos y sensaciones compartidas. De tal manera, que quien lo necesitó tuvo espacio para sacar aquello que tenía en su corazón. De reconocer entre todos la realidad de la vida.

Uno de ellos, comenzó a llorar desconsoladamente, aunque aguantó hasta que llegó su turno. Como tutor tuve la sensación de que se me podía ir de las manos: inseguridades y miedos que aparecen al abrir temas difíciles.

Lloraba por sus abuelos, porque los echaba de menos y ya no los veía, y por algún tema no resuelto que desconocía, trate de acompañarle y sostenerle emocionalmente poniéndome a su lado, escuchándole pero, seguía llorando…

Entre todos, tratamos de buscar una solución y al final, se me ocurrió sacar la emoción fuera de él. Porque cuando la vemos fuera, la podemos reconocer y distanciarnos de ella al tenerla presente. Así que le propuse hacer un dibujo de sus abuelos para ponerlos en clase. Realmente funcionó, y allí tuvimos al abuelo Pepe y al abuelo Cayetano durante varios meses, incluidos entre nosotros.

Después de este contacto con la muerte, unos meses más tarde puse una hoja en la pared para que apuntaran los temas de los que les gustaría hablar. El primero fue la muerte, después vinieron otros como que quiero ser de mayor, Jesús, el amor, etc.

Esta vez hablamos de la muerte pero desde otra mirada. Pasamos de lo emocional a la aventura de conocer las vicisitudes de la muerte. Comencé preguntándoles, ¿qué era la muerte?. La segunda respuesta fue contundente: “dejas de respirar y ya estás como dormido”. Después, les pregunté, ¿cómo nos podemos morir?: “de una bomba”, “de un tiro”, “con una espada”, “con el coche”… Respuestas que venían de su propio contexto e imágenes de la realidad.

Poco a poco fuimos poniendo orden, descartando las espadas medievales e introduciendo más preguntas que contextualizan las preocupaciones de los adultos: ¿si nos atropella un coche nos podemos morir?. Algunos decían que sí, que le había pasado a una niña cerca del cole (suceso que ocurrió desgraciadamente), otros que no, etc. Concluimos que depende del accidente pero que es posible y que de morirse, ya no vemos a nuestra familia. Lo cual no era del agrado de muchos. Todo ello nos hacía conscientes de la realidad en que vivimos.

Nuestra conversación derivó a otros temas: ¿qué pasa con el cuerpo después de muerto? Y vimos que unos se entierran y otros se incineran, es decir, que se queman. Aunque alguno no se lo creía y había bastantes dudas. Después de varias explicaciones y sin muchas más preguntas, cerramos el tema hasta que fuera necesario.

Y vosotros, ¿cómo trabajáis la muerte?

LISTADO DE CUENTOS. EL CUENTO COMO HERRAMIENTA

CUENTOS EN LOS QUE ESTÁ PRESENTE LA MUERTE

– Gray, N.; Cabban, V. (1999): Osito y su abuelo. Barcelona. Timun Mas.

Es la historia del abuelo oso y su nieto, que se querían mucho y cada viernes compartían momentos alegres. El abuelo se muere y deja recuerdos inolvidables que madre e hijo comparten. Propone los recuerdos como una herramienta para integrar la pérdida.

– Company, M.; Horacio, E. (1994): Santi y Nona: ¡Adiós, abuela! Barcelona. Timun Mas.

Nona no sabe por qué en casa todos están tristes. Santi, el monstruo, se la lleva a un lugar mágico donde encuentran una larga cadena con una puerta en cada eslabón, y en cada una de las puertas, al entrar, encuentran a sus antepasados. Así, Nona entiende que todos hemos sido pequeños y que todos nos hacemos mayores, hasta que un día nos morimos.

De una forma clara y comprensible sitúa la vida de cada individuo en el devenir de la historia colectiva.

– Bawin, M.-A.; Hellings, C. (2000): El abuelo de Tom ha muerto. Barcelona. Combel.

Tom, el niño, no sabe por qué lloran todos ni por qué están todos reunidos: no es Navidad, ni domingo… La madre y el padre le explican que el abuelo ha muerto y le preguntan si quiere verlo. Cuando sale de la habitación, Tom exclama: “¡parece que duerma!”.

De una forma muy próxima recorre los diferentes momentos y rituales tras la muerte de un familiar.

– Martínez i Vendrell, M.; Solé Vendrell, C. (1984): Yo las quería. Barcelona. Destino.

Roser es una niña cuya madre está muy enferma, tanto que tendrá que acabar renunciando a sus atenciones más cotidianas, como que la peine. Por eso tiene que desprenderse de sus queridas trenzas…

Habla de la pérdida progresiva y de la capacidad de desprendimiento como herramienta para poder crecer.

– Gliori, D. (2000): Siempre te querré. Barcelona. Timun Mas.

Este cuento nos explica la preocupación de Cola Pequeña, el pequeño zorro, por tener el cariño de su madre, aunque ésta se muera. Su madre le explica que el amor nunca muere.

– Verrept, P. (2000): Te echo de menos. Barcelona. Juventud.

Se nos cuenta que un niño tiene una buena amiga que se va con sus padres a vivir lejos. La madre le hace ver que la tristeza que siente es por la distancia que lo separa de la amiga. Se pregunta si “echar de menos” a alguien significa que esa persona está muerta.

Hace accesible al pensamiento la diferencia entre la distancia (pérdidas circunstanciales) y la muerte definitiva.

– Mars, S. (1993): Se ha muerto el abuelo. Barcelona. La Galera. Colección Así es la vida.

La muerte del abuelo provoca una serie de propuestas, de interrogantes…

Termina con un cuestionario sencillo pero claro para compartir dudas, miedos, y para amar la vida.

CUENTOS EN LOS QUE APARECE LA MUERTE

– Vassart, Mª M.; Comella, A. (1996): Libro de la otra vida. Barcelona. Montena.

Es un cuento reversible: por un lado, a partir de la muerte de un tío el niño plantea muchos interrogantes a los que sus padres van respondiendo con dulzura pero con claridad. Por otro lado, a partir de las dudas de un niño sobre su existencia en este mundo la madre le explica su llegada, desde mucho antes del embarazo. Paso a paso y sin dejarse ni un detalle.

Se sitúa el nacer y el morir en una doble pero complementaria perspectiva.

– Kübler-Ross, E. (2000): Todo final es un luminoso principio. Barcelona. Sirpus.

Propone una concepción de la muerte nada dramática. A la vez, compara las diferentes fases de una mariposa con las diversas etapas de la vida humana.

Usando un lenguaje más bien poético y unas bellas fotografías de las mariposas pone palabras a los temores habituales dándoles respuestas poéticas.

– Kübler-Ross, E. (1991): Carta para un niño con cáncer. Barcelona. Luciérnaga.

Se trata de una carta que la autora escribió a un niño con cáncer como respuesta a tres preguntas que éste le hizo: “¿qué es la vida?”, “¿qué es la muerte?”, “¿por qué tienen que morir los niños?”.

– De Paola, T. (1994): Abuela de arriba, abuela de abajo. Madrid. SM.

Tomi, el niño, tiene una abuela y una bisabuela a las que llama abuela de arriba y abuela de abajo por los pisos en los que viven. Progresivamente, van muriendo. Se trata la evolución progresiva de la enfermedad y la edad hasta la muerte.

– Guillevic, E.; Kniffke, S. (1991): Dino y Jacobo. Madrid. Anaya.

Habla de la amistad entre dos perros: Dino y Jacobo, amistad que un día interrumpe la muerte de uno de los dos.

Con un lenguaje poético pone al descubierto sentimientos de tristeza y de rabia.

– Brami, E.; Schamp, T. (2000): Como todo lo que nace. París. Kókinos.

Nos describe cómo las cosas vivas devienen muertas.

Se trata de un cuento muy breve con ilustraciones muy cuidadas.

– Vergés de Echenique, P. (2001): Berta. Reúne fuerzas para afrontar el cáncer. Barcelona. Sirpus.

Nos presenta la historia de Berta, la protagonista, una niña que hace lo posible por sobrevivir al cáncer, y cómo afronta situaciones como la pérdida del cabello… Breve y sencillo, pero claro y tierno. Habla del miedo y del consuelo.

– Wild, M.; Brooks, R. (2000): Nana Vieja. Australia. Ekaré.

Nana Vieja y Chanchita, abuela y nieta, viven juntas. Nana Vieja toma conciencia de que está próximo el momento de su muerte e inicia el proceso de despedida (paga sus deudas, se despide de sus amigos…). Chanchita la acompaña, sobrecogida pero leal. Con unas ilustraciones magníficas afronta la cuestión de forma clara, nada lacrimógena.

– Ventura, A.; Delicado, F. (2000): El Tren. Salamanca. Loquez.

Es la historia de un anciano, tío Juanito, y su sobrino, Pablo. Se cogían de la mano y se iban en tren, “hasta que un día el tren se paró”. Y Pablo no entendía, y nadie le explicaba, por qué el tío Juanito no estaba.

Un tanto enigmático.

– Wilhem, H. (2002): Yo siempre te querré. Barcelona. Juventud.

Describe la profunda amistad de un niño con su perra, Elfi. Esta envejece hasta morir y hay que afrontar su pérdida. Tierno, metafórico. Aparece la tristeza ante la progresiva pérdida de capacidades de la perra.

– Bauer, J. (2002): El ángel del abuelo. Salamanca. Loguez Ediciones.

Un abuelo enfermo explica a su nieto sus correrías desde su infancia. Finalmente, muere.

– Holden, D. (1993): El mejor truco del abuelo. México. Fondo de Cultura Económica.

El abuelo tiene cáncer y el protagonista inicia un proceso desde la negación. Finalmente, el abuelo muere, lo que le sumerge en la tristeza hasta que encuentra alivio a su dolor

– ¿Qué viene después del mil? Ed takatuke

«¿Qué viene después del mil?», le pregunta la pequeña Lisa a su amigo Otto, con el cual está aprendiendo a contar las estrellas. Lisa ya sabe contar hasta dieciséis, pero en el cielo hay muchas más estrellas, por lo menos mil, le ha dicho el viejo Otto. Con él pasa ratos muy divertidos, pero un día Otto se pone enfermo y muere al cabo de un tiempo. A Lisa le cuesta acostumbrarse a su ausencia. Es la mujer de Otto la que le hace comprender que aunque no podamos ver a una persona, ésta puede seguir presente dentro de nosotros.

Wolf Erlbruch (2007). El pato y la muerte. Barbara Fiore Editora.

Un pato que descubre que un extraño sujeto lo sigue desde hace un tiempo. Cierto día decide preguntarle quién es. “Soy la muerte”, le responde. A partir de ahí iniciarán un diálogo reflexivo sobre la  vida y su final, conversaciones que dan origen a una incondicional y peculiar amistad.

 

EXPERIENCIA DE LA ESCUELA INFANTIL “ES PORIOL”

En la escuela infantil Es Poriol de Ciutadella (Menorca), conjuntamente con el Equip d’Atenció Primerenca, decidimos buscar herramientas que nos ayudarán a hablar de la muerte, un tema todavía bastante tabú. Escuela y familias pensamos que sería interesante trabajar el tema de la muerte, abordándolo dentro del marco de la filosofía.

Nos dábamos cuenta, por ejemplo, de que los niños y las niñas juegan a “hacerse el muerto”, diferenciándolo de la acción de dormir, de que hablan de los animales de compañía que antes tenían en casa y que ahora ya no tienen porque un día se murieron, de los abuelos y las abuelas que eran muy viejecitos y “se fueron al cielo”… Estaba claro que ya de muy pequeños piensan en la muerte y la simbolizan de formas diversas.

Incluso -tal vez demasiado pronto- se ven obligados a vivirla de forma muy próxima. Éste fue el caso de uno de los niños de la clase de tres años, a quien se le moría la madre. Su padre nos hizo saber la inminencia de la muerte y nos pidió que le ayudáramos a afrontarla.

Este fue el último desencadenante que nos hizo ver la necesidad, de escuelas y familias, de dotarnos de capacidades y actitudes, de herramientas y recursos para poder hablar de la muerte con los niños y las niñas de una forma abierta y serena. Entre otras cosas creímos necesario encontrar materiales adecuados, y por eso creamos la carpeta de la muerte.

Esta carpeta estaba formada por un cuaderno y por una serie de cuentos en los que se trataba este tema desde diversas perspectivas. Los cuentos se escogieron por los siguientes motivos: unos porque aparecía el duelo por la pérdida de un ser querido; otros porque estaban presentes los ritos que acompañan el entierro o el último adiós; otros porque aparecían lugares directamente relacionados con la muerte, como puede ser un cementerio; otros porque se reflejaba el miedo; otros por la claridad con la que se manifestaban todos los sentimientos que emergen en estas situaciones; otros porque era evidente la perplejidad de los protagonistas… Ni que decir tiene que en todos estos cuentos el tema se abordaba de forma serena y con un lenguaje y unas imágenes accesibles con poca ayuda a los niños y las niñas de nuestra escuela.

Las madres y los padres interesados en hablar del tema en casa podían escoger uno de estos cuentos (una manera de que se los miraran todos y se posicionaran).

En la carpeta también había un cuaderno que los padres se llevaban a casa junto con el cuento escogido. En ese cuaderno había una síntesis de dos páginas de las reflexiones educativas comentadas en reunión. Por otro lado, sugeríamos a los padres que una vez leído el cuento invitaran a su hijo o hija a hacer un dibujo de lo que más le hubiera llamado la atención en una de las hojas de la libreta. En el mismo cuaderno, y acompañando el espacio para dibujar, había un espacio reservado para que los padres pudieran dejar reflejadas sus impresiones personales de toda la experiencia (si había suscitado el interés del niño o la niña, qué preguntas habían surgido, si habían abordado antes alguna vez este tema, su opinión sobre la cuestión, otras sugerencias, etc.).

Dibujo

Solo el hecho de poder disponer de este material en el aula ya dio seguridad a muchos de los padres que en un principio nunca se habrían atrevido a hablar del tema con su hijo o hija. Además, el hecho de tenerlo escrito permitía que otros padres pudieran leer experiencias distintas de la suya.

Algunas familias manifestaron su sorpresa al descubrir que sus hijos planteaban muchos interrogantes sobre la muerte, como: ¿por qué se mueren las personas?, ¿qué ocurre cuando nos morimos?, etc. Y conviene recordar que si un niño es capaz de preguntar sobre una cuestión, probablemente también será capaz de comprender las respuestas…

Tuvimos este material en funcionamiento durante el último trimestre del curso escolar y, aunque no lo utilizaron todos los padres, tenemos la certeza de que fue de gran ayuda para los que sí se atrevieron a experimentar e investigar con él. Y, lógicamente, ¡los niños y las niñas estuvieron encantados de ver que sus padres dedicaban una parte de su tiempo a contarles cuentos, a hablar con ellos e incluso a escucharlos! Por otro lado, lógicamente, los cuentos fueron utilizados con normalidad dentro de la escuela.

En ningún momento el hecho de tener este material al alcance de los niños y las niñas y de aceptar hablar del tema con claridad cuando surgía ocasionó una dinámica obsesiva por el tema ni se propagaron miedos.

EL PROCESO DE ELABORACIÓN DEL DUELO. RESUMEN DE SU TEORÍA Y PRÁCTICA

El duelo en  los niños de 2-4 años

A esta edad son particularmente vulnerables a la desorganización de su mundo seguro y estable. Generalmente carecen de las habilidades verbales y conceptuales necesarias para afrontar de una manera efectiva, por sí mismos/as, una situación repentina, por lo que buscan el consuelo de los/as adultos/as. A menudo son fuertemente afectados/as por las reacciones de sus padres/madres y otros miembros de la familia. La falta de habilidad para protegerse a sí mismos/as y a otros/as tiene como resultado el sentir un intenso miedo e inseguridad. El abandono es su principal miedo. Tienen un pensamiento mágico que les hace creer que con el solo hecho de desear algo, ocurrirá. No comprenden el concepto de pérdida permanente y pueden sentir que con su deseo pueden hacer reversible la muerte o la pérdida.

Frecuentemente, experimentaran variedad de comportamientos regresivos: Algunos niños/as se muestran quejumbrosos, dejan de controlar esfínteres, se chupan el pulgar o piden que se les dé de comer o se les vista, cuando son cosas que ya hacían por sí solos/as. Otros no quieren perder a sus madres/padres de vista, quieren que les cojan o lleven en brazos y tienen miedo de la gente o a los/as extraños/as. Todos estos comportamientos son signos normales de la ansiedad y miedo que sienten los/as niños/as. El apego a los padres/madres es una expresión perfectamente natural del miedo a la separación, quieren sentirse a salvo y protegidos/as.

Otros comportamientos, como el chuparse el pulgar es una forma de consolarse que utilizan habitualmente cuando están cansados/as o enfermos/as. Uno de los comportamientos que con mayor frecuencia señalan los/as padres/madres es el problema para irse a la cama que presentan sus hijos/as después del desastre. Pueden rehusar el irse a su habitación o dormir solo/a. Cuando se va a la cama puede tener problemas para dormirse y una vez que lo consigue puede despertarse asustado, llorando, con pesadillas o terrores nocturnos. Una vez despierto/a, el/la niño/a puede insistir en dormir con sus padres/madres o teniendo a alguien con él.

También pueden expresar miedo a la oscuridad o a los animales. Las pesadillas son una manera de ventilar ansiedades y conflictos y pueden ayudar a elaborar la fuerte experiencia emocional. Sin embargo, los/as más pequeños/as no pueden distinguir la realidad de la fantasía, el dormir de estar despiertos/as y las criaturas terroríficas y los sucesos de sus pesadillas son tan reales como la vida diaria. Es importante que los/as madres/padres se muestren comprensivos y flexibles, permitiendo que el/la niño/a duerma temporalmente con ellos/as, dejando una luz por la noche, estando más tiempo a la hora de acostarse, dándole cariño y consuelo, etc.

 ¿Qué podemos hacer?

  • Para trabajar el duelo hay que hacer un trabajo personal primero: cómo me siento yo ante eso, cómo he elaborado mis propios duelos, etc. Porque en temas tan sensibles lo que NO puede pasar es que los niños y niñas hagan suya nuestra emoción. Somos nosotros/as quienes les ayudamos a poner palabras a las suyas desde un enfoque de normalidad.
  • Utilizar el cuento para abrir un diálogo entre el alumnado, para que expongan las experiencias relacionadas con este proceso de pérdida. Es mejor no concretarlo en la muerte de un familiar, sino abordar el duelo como un proceso de pérdida, que en los niños y niñas puede ir desde la muerte de un familiar, hasta la pérdida de algo muy muy valioso para ellos/as. De esta manera, casi todo el grupo podrá tener experiencias para compartir y, por lo tanto, habrán generado o iniciado los recursos para gestionarlo. Además, de esta manera el/la niño/a que ha sufrido la pérdida escucha que su experiencia es compartida sintiéndose más comprendido, validado y podrá integrar mejor el suceso.
  • Después de compartir estas experiencias y contar cómo se sentían, qué hacían decían y pensaban, el/la docente pone nombre a los sentimientos y emociones para reconducirles a ¿qué puedo hacer entonces para sentirme mejor?
  • Es importante poder abordar estos temas dolorosos sin eufemismos. No contribuyamos a evitar o huir de las realidades que nos ocurren, sino enseñemos a afrontarlas para resolverlas o elaborarlas de formas sanas. No les digamos a los niños y niñas “que alguien se ha ido”, ni que “está durmiendo”, pues pueden esperar que vuelva o que se despierte. Es doloroso pero ayuda a elaborar y seguir adelante poder transmitirles la verdad de que no va a volver. Poder decirlo de la manera que sea más acorde con cada persona: porque se convierta en tierra, porque se vaya al cielo, etc.
  • Proporcionar información al niño/a, teniendo en cuenta las diferencias evolutivas, adaptándolo a su lenguaje, permitiéndole que haga todo tipo de preguntas, respondiéndole de la forma más honesta posible y dejándole participar en ciertos ritos funerarios, para ayudar a aceptar la realidad de la pérdida, procurando no recurrir a frases como “se ha ido de viaje”, porque puede llevarle a asociaciones, miedos o fobias “viajar es peligroso porque no vuelve”.
  • No ocultar delante del niño/a los sentimientos ante la pérdida , porque estamos modelando el que el niño/a actúe ocultando los suyos.
  • Ayudarles a comprender que aunque no podamos ver a una persona, ésta puede seguir presente dentro de nosotros.
  • Fomentar la expresión de sus sentimientos a través de juegos, dibujos o cuentos, etc. Validar sus emociones: dejar llorar, dejar que esté triste, enfadado, etc.
  • Familia y escuela comunicarán los síntomas o reacciones emocionales que pueden tener los/as niños/as y sus sentimientos (rabia, tristeza, miedo a quedarse completamente solo/a en el mundo, conductas regresivas,etc.).
  • Siempre que se sospeche de un duelo patológico acudir a un especialista (juegos muy repetitivos….).
  • Intentar reestablecer lo antes posible el ritmo cotidiano de sus actividades. Tendremos en cuenta que quizá no sea un buen momento para cambios y nuevas exigencias.
  • Actividad: le animaremos a que realice actividades físicas que le permitan expresarse y mantener su vitalidad e interés.

Deja un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *