La última vez que me acerqué al Colegio Lourdes – FUHEM, accedí a él por el edificio de Primaria e Infantil. La primera sorpresa no fue, como otras veces, los trabajos de plástica que suelen cubrir los pasillos, ni el griterío que acompaña los juegos en el patio. Esta vez, antes incluso de cruzar el umbral de la puerta, me detuve hechizada en la propuesta de su huerto urbano. Con este huerto, los más pequeños de Lourdes parecen querer decirnos que cuando se quiere, ¡se puede!
Porque ellos no han tenido que cavar la tierra, no se han enfrentado a la aridez del terreno, no han tenido que invertir en jardineras o macetas ni la falta de espacio les ha supuesto un obstáculo insalvable. Al contrario, le han echado imaginación y, en un espacio mínimo, se les ha ocurrido que las plantas ocupen la verticalidad de los muros, de forma que no estorben el paso y la propia pared las proteja del aire. Tampoco ha habido que comprar recipientes especiales para echar las semillas, porque les han bastado distintos envases de plástico para convertirlos en el lugar donde, si todo va bien, veremos crecer tomates, judías, cebollas y plantas aromáticas. Hay garrafas, botellas de refrescos y de agua, bandejas del súper, cajas para el transporte de fruta y verdura a granel… Todo ello ha sido reutilizado para este huerto en el que empiezan a brotar las primeras hojas.
¿Quién ha dicho que no tenía espacio o dinero para ponerse manos a la obra? Creo que siguiendo sus pasos, todos podríamos tener un pequeño huerto urbano, reutilizando los residuos plásticos que ya no usamos.
muy bonito felicidades