Como sabéis, este blog se centra en poner a vuestra disposición recursos para trabajar dentro del marco de la educación ecosocial. Sin embargo, la entrada de esta semana no es un recurso, sino una disertación sobre cómo debería ser la escuela en los tiempos actuales. Una escuela que sea capaz de responder a los retos que tenemos cómo sociedades.
Este tipo de reflexiones son muy importantes, pues los recursos solo son realmente útiles cuando tenemos un criterio formado, cuando tenemos claros los fines últimos de la educación, cuando somos capaces de respondernos de manera profunda a preguntas cómo ¿para qué educamos? o ¿cómo debería ser el sistema educativo?
El texto que os presentamos, escrito por Adolfo Estrella, no es una reflexión que parta de la escuela, sino de fuera de ella. Tiene la virtud de la mirada externa que descubre cosas que desde dentro muchas veces no apreciamos. No incluye un conjunto de prácticas escolares, para eso estamos quienes nos dedicamos a la docencia, sino de apreciaciones profundas y muy valiosas sobre el sentido de la educación. No usa el lenguaje habitual en los claustros, sino uno más propio de la sociología que nos plantea otras maneras de entender lo que es una escuela. En todo caso es un lenguaje con el que no hay que asustarse, pues el texto resultará también comprensible para alguien que no sepa de sociología.
Os animo a leerlo con calma y la mente abierta para dejaros provocar por sus palabras.
Para centrar un poco más el contenido de las reflexiones, comparto un resumen de ellas:
Este ensayo esboza una Escuela Ecosistémica entendida como un sujeto colectivo, biocultural y sensible que aprende y enseña desde su inserción activa en su entorno natural y social. Esta escuela quiere ser parte de las respuestas a las crisis ecológica y civilizatoria actuales. Y también frente a la crisis de la escuela de masas tradicional. Esta escuela experimental se concibe como un ecosistema vivo que genera saberes propios a partir de observaciones y prácticas situadas, desarrollando principalmente un currículo “endógeno”. Esta escuela se propone ir más allá del pensamiento sistémico y busca “pensarse” a sí misma como ecosistema. Su propuesta impulsa la soberanía cognitiva, afectiva y decisional. Promueve la autonomía epistemológica y afectiva para crear conocimiento propio y participar en la creación de formas sociales alternativas, en un contexto de posdesarrollo. Enfatiza la importancia de la observación multisensorial, la interacción con el entorno y el aprendizaje colectivo, en diálogo con pedagogías progresistas y enfoques transicionales como el Decrecimiento. El texto también aborda desafíos actuales como la digitalización universal y sus peligros, la crisis de legitimidad escolar y la ofensiva antiilustrada de las extremas derechas mundiales, planteando la escuela ecosistémica como un espacio de experimentación y resistencia para construir futuros sostenibles y comunitarios.
Ánimo con la lectura.

