El próximo 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional contra las violencias machistas. Actualmente, somos conscientes de que las propuestas feministas no siempre tienen buena acogida por parte del alumnado, especialmente de los chicos jóvenes. Desde el éxito de la huelga del 8M del 2018, los discursos reaccionarios antifeministas se han hecho más presentes en el día a día. Tal y como plantea Pamela Palenciano, autora del monólogo No sólo duelen los golpes, revertir la normalización de los discursos de odio en la juventud implica no sólo penalizar determinadas actitudes y reforzar otras, sino que también requiere transformar el paradigma educativo que los ha dejado crecer1:
“[En la pandemia] Las personas jóvenes entraron en una dinámica a la que no se le prestó atención. Pasaban todo el día con el móvil, conviviendo con quienes no querían, cuando lo que realmente necesitaban era estar con sus iguales. Esa situación generó un vacío emocional donde encajó perfectamente el discurso antifeminista y contra cualquier valor que implicase una apertura”.
El modelo dominante ha sido el de un mundo adulto que juzga más de lo que escucha, que educa desde la imposición más que desde el vínculo. Este cambio implica romper con esa lógica adultocentrista y poner el feminismo sobre la mesa, no como un tema puntual, sino como una forma de estar en el aula. Supone crear espacios donde las jóvenes puedan pensar(se), hablar de lo que sienten, cuestionar lo que ven en redes, y construir sentido frente al odio que circula con fuerza. “No podemos estar todo el día señalando con el dedo”.
Sanz (2025)1 expone:
«Durante los últimos años, la extrema derecha ha logrado presentar sus ideas como provocadoras y “antisistema”, frente a un feminismo percibido por parte del alumnado como institucional y aleccionador. En ese escenario, influencers —con mensajes simplificados— se muestran como quienes “dicen lo que otras no se atreven”, vendiendo lo reaccionario como rompedor».
Por ello, es necesario desarrollar estrategias que nos permitan contrarrestar estos discursos sin generar un rechazo absoluto, y hacerlo con otras prácticas. No sirven las charlas puntuales en días señalados… es imprescindible transformar los espacios educativos para que se conviertan en lugares seguros, donde el alumnado pueda reflexionar sobre los modelos de masculinidad y feminidad que recibe, y cómo esto le afecta emocionalmente. Y, en este sentido, es importante que abordemos qué contenido está consumiendo nuestro alumnado a través de las redes sociales: ¿Por qué se está experimentando un auge de los modelos tradicionales?, ¿qué papel juega la manosfera/machosfera?
Os traemos una propuesta para empezar a introducir estas reflexiones en el aula, pero primero hacemos un pequeño repaso de las implicaciones que tienen los modelos de masculinidad hegemónica en las personas jóvenes.
¿Qué influencia tienen los modelos de masculinidad hegemónica en la juventud?
Desde la Fundación Fad Juventud elaboraron en el 2022 el estudio La caja de la masculinidad. Construcción, actitudes e impacto en la juventud española, para conocer la realidad de la construcción de las masculinidades juveniles. La «caja de la masculinidad» es un constructo teórico que representa la masculinidad hegemónica tradicional.
En esta investigación encontraron lo siguiente:
¿Quiénes se sitúan «dentro» de la caja de la masculinidad?
- De su muestra (1.700 adolescentes y jóvenes entre los 15 y 29 años residentes en España), un 10,1% se situaban «dentro» de la caja, un 32,2% «al borde» y un 57,8% «fuera». De este total, el porcentaje de hombres que se situaban «dentro» de la caja era más del doble que el de las mujeres (14% en hombres y 5,8% en mujeres) y un 41,3% de los hombres se sitúa «fuera» frente al 74,9% de las mujeres.
- Otras variables que influyen a la hora de posicionarse dentro de la caja son: nivel bajo de estudios, autoidentificación con pertenecer a la clase alta, condición socioeconómica desfavorable, posicionamiento en la derecha ideológica, y sentir religioso fuerte.
¿Cómo afecta la socialización de género?
- 2 de cada 3 jóvenes se han socializado con ideas establecidas de lo que supone ser «un hombre de verdad» y ser «una mujer de verdad», escuchando desde la infancia en su entorno cercano que los hombres o las mujeres se comportan (o se tienen que comportar) de una determinada manera. Las cifras aumentan entre quienes están dentro de la caja.
¿Cómo afecta estar «dentro» de la caja al bienestar y salud mental?
- Las mujeres tienden a sentir más emociones negativas que los hombres. Y los hombres dentro de la caja de la masculinidad afirman experimentar menos emociones que el resto en general.
El tipo de posicionamiento frente a la masculinidad tiene un claro impacto sobre la salud mental:
- Los hombres que están dentro de la caja afirman sentir menor grado de felicidad que el resto.
- Quienes están dentro de la caja afirman haber sufrido problemas psicológicos o de salud mental a lo largo del último año en un 63,8% de los casos, frente al 48,3% de los que están al borde y el 46,5% de los que están fuera.
- Los hombres dentro de la caja tienden a tener sólo amigos, mientras que los que se alejan tienden a contar tanto con amigos como con amigas.
¿Qué papel juega la presión social?
- Las mujeres tienden a sentir más presión social que los hombres, especialmente en relación a los ámbitos que más presión generan: tener éxito en el trabajo o los estudios, mostrar fortaleza, ocultar la tristeza o la ansiedad, y ser físicamente atractivas.
- Entre los hombres, quienes están dentro de la caja de la masculinidad sienten mucha más presión que el resto prácticamente en todos los ámbitos, diferencias que se acentúan especialmente en cuestiones como relacionarse sólo con personas heterosexuales, usar la violencia para defender la reputación o ideas, tener éxito en las redes sociales y actuar o pensar como el grupo de amigos.
¿Y qué pasa con la violencia?
- El modelo de masculinidad tiene un impacto claro tanto sobre la violencia ejercida como la sufrida. Un 35,3% de quienes están dentro de la caja han sufrido violencia física en los últimos meses y un 30,2% la han ejercido. Para quienes están fuera de la caja estos porcentajes apenas llegan al 3%.
¿Y qué pasa con el feminismo, los roles y estereotipos de género…?
- La caja de la masculinidad contribuye a apuntalar estereotipos de género, como el de las mujeres cuidadoras, manipuladoras o emocionales.
- Un 46,4% de los y las jóvenes se considera feminista (33,6% los hombres y 59,5% las mujeres).
- Los hombres que están dentro de la caja otorgan menos importancia que los que se ubican fuera al espacio propio en la relación de pareja. Y, en general, las mujeres lo valoran en mayor medida que los hombres.
- En general consideran que la violencia de género es un problema social muy grave, pero los hombres que están dentro de la caja se muestran menos de acuerdo que los que están fuera. Estos, además, niegan, invisibilizan o minimizan el impacto de la violencia de género en mayor medida.
Oye… pero hoy es 25N…
Quizás estaréis pensando… ¿por qué abordamos el tema de la masculinidad en un día como este…? ¿no deberíamos estar hablando de las mujeres? ¿De cómo el patriarcado las asesina? Pues ahí vamos… es necesario atender a la urgencia social: la juventud actual, y especialmente los hombres jóvenes, están recuperando ideas y valores tradicionales sobre la masculinidad y sobre los modelos de hombres y mujeres que deberían estar presentes en la sociedad. Diversos estudios han puesto de manifiesto que mantener estereotipos de género se relaciona con una mayor probabilidad de ejercer o sufrir violencia machista2,3… Por lo que es necesario ir a la raíz del problema.
Compartimos que es urgente cambiar el paradigma educativo en general, y transformar los espacios escolares para convertirlos en entornos seguros donde poder hablar desde lógicas más horizontales, respetuosas, donde quepan la reflexión colectiva, las emociones, la diversidad. Hoy traemos una propuesta mucho menos ambiciosa, pero que puede constituir una llave para empezar a trabajar desde el vínculo y en relación con los modelos de masculinidad hegemónica, y cómo estos afectan a chicos y chicas, desde este cambio de mirada. Ponemos el énfasis en empezar a generar espacios de escucha y de diálogo entre el alumnado, para recuperar aquellos lugares donde podemos fomentar el pensamiento crítico más allá del contenido e ideas que reciben en otros contextos. Es decir, se trata de recuperar la escuela como espacio de transformación y desarrollar en las aulas prácticas verdaderamente feministas y desde la lógica de los cuidados.
FICHA TÉCNICA
Curso: desde 5º educación primaria, con adaptaciones.
Área Prioritaria: Valores.
Duración: 2 sesiones.
Objetivos:
Al finalizar, el alumnado será capaz de…
- Practicar la escucha activa.
- Reconocer los mandatos y estereotipos de género.
- Identificar pensamientos, emociones, sensaciones que le generan los modelos de masculinidad/feminidad.
- Reconocer y expresar las emociones y pensamientos que le generan el feminismo y/o los discursos contrarios.
- Definir sus propias dudas en torno a temas como las relaciones, el amor, la violencia, la sexualidad, etc.
DESARROLLO
Practicamos la escucha activa:
Se requiere generar un espacio de escucha de calidad, por lo que la primera propuesta tiene que ver con dar un paso atrás y practicar la escucha activa.
- El alumnado se empareja. Elige alguna persona con la que no interactúe mucho pero en la que crea que puede confiar.
- Una vez que están formadas las parejas, una persona comparte algo que le preocupa (puede ser algo banal si no desea compartir en profundidad), y la otra persona escucha activamente, es decir, sin interrupciones, sin interpretaciones, sin preguntas. Simplemente escucha.
- Se dedican 5-10 minutos a cada persona; el profesorado da el cambio.
Modelos de masculinidad y feminidad tradicionales. ¿Qué se espera de mí?
Posteriormente, se propone una actividad para reflexionar sobre los modelos de masculinidad y feminidad tradicionales, y cómo nos afectan.
- Por parejas (pueden ser las mismas), reflexionan sobre:
- ¿Qué significa para mí ser hombre/mujer/persona no binaria?
- ¿Cómo me dicen que debo ser? ¿Qué se espera de mí?
Se puede hacer una lluvia de ideas en la pizarra sobre lo que se espera socialmente de hombres y mujeres4. Es importante hacer énfasis en que se trata de aspectos sociales, es decir, que van más allá de lo individual de cada persona del aula. Se trata de pensar en conjunto ¿qué mensajes recibimos de la sociedad? Por ejemplo:
- De los hombres se espera que sean: fuertes, valientes, trabajadores, lideres, agresivos, independientes, no emocionales, competitivos, activos, seguros de sí mismos, duros, racionales, objetivos.
- De las mujeres se espera que sean: dependientes, emocionales, sensibles, pasivas, inocentes, débiles, sumisas, complacientes, preocupadas, cotillas, empáticas.
Si se considera adecuado según las características del grupo, se puede debatir sobre cuáles están valoradas socialmente y cuáles no. Se pueden marcar con un – las que son menos valoradas, y con + las que lo son más.
En este punto, conviene poner el énfasis tanto en el impacto y las violencias que tienen sobre las mujeres, como en las renuncias e impacto que también tienen en los hombres.
Y se vuelve a las parejas:
- ¿Qué diferencias observamos?
- ¿Me siento a gusto con eso que se espera de mí?
- ¿Dónde o de quién me llegan esos mensajes?
- ¿Qué implicaciones tiene para mi vida que se espere eso de mí?
- ¿Qué posibilidades quedan de salirse del “molde”?
Es importante que el alumnado, especialmente los chicos más reacios a cuestionar estos mandatos, no viva esta propuesta como un ataque o una amenaza. Para ello, puede servir poner el énfasis en que no se trata de que hay cosas “buenas y malas”. Todas las personas podemos tener características de uno u otro “polo”, o nos gustaría poder tener más de otras, o nos pueden venir bien en distintos momentos de nuestra vida. Por ejemplo, una mujer que está desarrollando un proyecto personal necesitará poder sentirse segura de sí misma, y un hombre que está viviendo una ruptura de pareja o una pérdida cercana necesitará poder mostrar su dolor y su sensibilidad. Lo importante es que veamos cómo vamos aprendiendo a renunciar a determinadas características, y por qué nos puede venir bien tener un repertorio más amplio a todas las personas, y de este modo flexibilizarnos psicológicamente y no encerrarnos en “lo que se espera de nosotros/nosotras”.
A continuación, se juntan dos parejas y, respetando los turnos, practicando la escucha activa, comparten. Se puede contar con un cronómetro para ajustar las participaciones.
- ¿Qué necesito para poder hablar de esto sin miedo al juicio?, ¿qué necesito que hagan mis iguales?, ¿y el profesorado?, ¿qué necesito de mí misma/o?
Si se valora que es adecuado según las características del grupo, se puede profundizar en algunas cuestiones como:
- ¿Cómo me hace sentir el 25N? No se interpreta, ni se juzga. Simplemente el grupo escucha a cada miembro.
- ¿Qué entiendo por feminismo?, ¿cómo me afecta?, ¿qué me preocupa?
- ¿Qué necesito poder hablar de cómo me siento con el feminismo?
¿De dónde vienen estos mensajes?
En una sesión posterior se puede profundizar en de dónde vienen esos mensajes que recibimos sobre cómo debemos ser los hombres y las mujeres. Para ello, podemos proponer que elijan tres vídeos de redes sociales que les hayan salido donde hayan identificado alguna de las características recogidas anteriormente, y los analicen críticamente. Si se decide hacer esto, es importante tener cuidado de no dar más voz a los discursos reaccionarios y machistas, no visualizándolos en clase, sino rescatando aquello que el alumnado ve (y que no va a dejar de ver).
¿A dónde recurro cuando tengo dudas sobre…? ¿Confirman o contradicen los modelos de masculinidad/feminidad?
Finalmente, se propone dedicar un espacio para que chicos y chicas reflexionen sobre qué dudas tienen en torno a distintos temas (tomando como referencia los que proponen desde la plataforma Bróders). Para ello, por parejas de confianza o grupos, deben redactar, al menos, tres preguntas de algunos de los siguientes temas:
- Relaciones y amor.
- Noticias y fake news.
- Sexualidad.
- Me siento mal.
- Presión estética.
- Triunfar y tener éxito.
- Hablemos de violencia.
Posteriormente, se plantea un debate con el grupo clase sobre a qué fuentes suelen recurrir a responderse esas preguntas.
- ¿Qué fuentes de información se repiten más?
- ¿Os suelen satisfacer las respuestas que encontráis?
- ¿Podría haber otras alternativas a esas respuestas?
- La información que encuentro en esas redes, ¿contradice o confirma los estereotipos de género que hemos visto sobre lo que se espera de hombres y mujeres?
Para los chicos, puede ser interesante informarles sobre la posibilidad de compartirlas en la platafórma Bróders, donde hay un foro, un canal de WhatsApp y donde pueden buscar apoyo, tanto en otros iguales como en profesionales.
Referencias bibliográficas:
- Saiz, M. (2025, 11 de junio). Educar en tiempos de machosfera. Pikara Magazine.
- Luzón, J.M., Ramos, E., Recio, P. y Peña, E.M. (2011). Factores de riesgo y de protección en la prevención contra la violencia de género en la pareja. Un estudio de investigación en la población adolescente de Andalucía. Junta de Andalucía.
- Save the Children (2021). No es amor. Un análisis sobre la violencia de género entre adolescentes. Save the Children España.
- Nieto, M. (2024). La escuela como espacio de transformación desde una perspectiva feminista interseccional. Una propuesta de intervención y evaluación en Educación Secundaria Obligatoria. Tesis doctoral UAM.
