La salud del ser humano y la del planeta van de la mano, y elegir el tipo de alimentos que se lleva al plato requiere conocer, aprender, preguntarse, saber hacer las debidas conexiones, etc. ¿Te has parado a pensar, por ejemplo, que los incendios que desde hace semanas están arrasando la selva amazónica sirven para liberar tierras para el cultivo de soja, una leguminosa que se utiliza como alimento para la ganadería intensiva en muchos países de Europa?
El cambio en la dieta puede tener beneficios ambientales a gran escala, que no son responsabilidad únicamente de los productores, a través de, por ejemplo, evitar el desperdicio de alimentos, limitar el consumo de carne, elegir alimentos de temporada (lo que se produce fuera de ella precisa más energía), que estén producidos en el entorno y de manera responsable.
Es cierto que llevar una dieta saludable puede ser asequible y fácil de llevar a cabo, pero es también cierto que comer mal es todavía más barato, y ni siquiera hace falta cocinar ni planificar un mínimo: lo hacen por ti el supermercado, las empresas de comida preparada y rápida, etc. Es necesario evitar esa carrera hacia soluciones simplistas y peligrosas.
¿Es necesario tomar un zumo de naranja cuando no hay naranjas en verano? ¿Se puede sustituir el aporte de vitamina C por otras frutas de temporada?
Lo que sí es necesario es ser consciente de lo que nos llevamos a la boca: saber de dónde viene, cómo está producido, cuándo se recolecta, a quién perjudica lo que comemos o qué esfuerzo debe realizar la persona que lo recoge en el campo. Plantearse preguntas como estas ciertamente mejora nuestra conexión con la naturaleza y sus ciclos y nuestro entendimiento de la importancia de cuidar el medio ambiente.
En línea con lo comentado anteriormente, nos parecía sugerente dedicar esta nueva entrada en Tiempo de Actuar (¡la que inaugura el nuevo curso!) a un proyecto muy interesante y, sobre todo, útil, tanto dentro de las aulas como fuera, y así apoyar su difusión dentro de la comunidad de profesores y el alumnado.
Se trata de Soy de temporada, un calendario interactivo (y no sólo) de verduras y hortalizas de temporada, impulsado en el marco del evento Visualizar 17, un taller colaborativo y de datos abiertos, organizado por el Medialab Prado del Ayuntamiento de Madrid, que tuvo lugar del 15 al 30 de septiembre de 2017. La coordinación y el diseño del proyecto es de la periodista digital Flora Fosset, la investigación y redacción de Jimena García, la programación de Diego Ramirez, el diseño de Pau Valiente y el análisis de datos de Rai Abril. En el proyecto colaboraron también otros expertos, muchos de ellos agricultores.
Soy de temporada nació de una duda, de una inquietud de Flora (como las que al principio decíamos que eran necesarias…) por poner un poco de orden a su proprio calendario de alimentos de temporada, y que realmente lo fuesen, porque por haber, hay tomates, naranjas, brócolis, etc. ¡¡¡todo el año!!! Y lo que empezó siendo para su “supervivencia” personal derivó en una de las páginas más claras, precisas, completas e intuitivas que circulan en internet sobre la estacionalidad de frutas y verduras. Una página que puede resultar de gran utilidad para leerla, analizarla, enriquecerla y utilizarla en las aulas.
La idea que lo inspira es que personas no muy familiarizada con el campo, con sus ciclos, con sus productos y variedades, etc. dispongan de un calendario con el ciclo natural de las plantas, y así puedan tomar distancia lo máximo posible, de la búsqueda fácil, inmediata y siempre disponible (gracias a los invernaderos, a las enormes unidades de refrigeración, etc.) de todo tipo de productos en el supermercado.
Y entonces: ¿hay tomates todo el año? Pues sí (si se toman los datos del ministerio) y no, si miramos a la información que sale en la web de Soy de temporada:
España tiene una rica variedad de cultivos y cada producto recolectado posee las propiedades que se necesitan para el beneficio de nuestra salud (con un contenido idóneo de vitaminas y minerales). A pesar de esta disponibilidad, a nuestras casas, comedores, supermercados, etc. llegan constantemente grandes cantidades de productos procedentes de otros países, que necesariamente se recolectan antes, con poco índice de maduración, menos sabor y una peor textura. Miren al respecto también el artículo De dónde viene y cuánto cuesta (casi) todo lo que se come en Madrid y este Informe de Amigos de la Tierra Alimentos Kilométricos).
Para terminar, os animamos a conocer y utilizar la web del proyecto Soy de temporada, y compartimos un corto que va muy en la línea de las reflexiones de esta entrada. Se titula “Octubre Otra vez”, de Sofia Auza (selección finalista en el concurso Rueda por el Cambio III de Another Way Film Festival), y que relata las memorias de una historia de amor muy original entrelazada con los problemas ambientales.