Mara Nieto González y Álvaro Monsó Gil han elaborado esta recopilación de recursos didácticos de Infantil a Bachillerato y Formación Profesional. Todos giran alrededor del uso sostenible de los recursos naturales. Para elegir los materiales a compilar y clasificarlos se han usado cuatro bloques de indicadores:
- Recoge aspectos relacionados con los límites de los recursos bióticos y abióticos, tanto energéticos como materiales.
- Reconoce el conflicto existente entre el modelo socioeconómico capitalista y los límites ambientales.
- Explica y analiza los rasgos de los paradigmas socioeconómicos necesarios hacia los que transitar para un uso sostenible de recursos naturales.
- Clasifica y analiza las prácticas de distintos sectores en función del uso sostenible de recursos naturales.
La guía se puede descargar aquí:
Reproducimos a continuación la introducción del informe.
Habitamos en una cultura que potencia la novedad y el crecimiento sobre lo cíclico y lo regenerativo. Nuestra idea misma de productividad se basa en la idea de producir algo nuevo, cuando, en cambio, no tendemos a ver el mantenimiento y los cuidados como cosas productivas del mismo modo.
Jenny Oddell
Acotar el significado de ‘uso sostenible de los recursos naturales’ es una tarea compleja en sí misma. Por un lado, se podría cuestionar el propio concepto de ‘recurso’ natural, ya que implica de forma sutil una visión antropocéntrica y utilitarista de la biosfera. Valorar a la naturaleza solo como un medio para nuestros fines sociales y económicos, y no como un fin en sí misma, es sintomático de la relación conflictiva que hemos establecido con el medio que nos sostiene. En último término, es reflejo de nuestra incapacidad para maravillarnos y generar el vínculo emocional necesario para su conservación y protección. No obstante, y si se logra dar de lado estas consideraciones, por ‘recurso natural’ podemos entender cualquier producto (material o energético, biótico o abiótico) procedente de la naturaleza.
Por otro lado, el concepto de ‘sostenibilidad’ asociado al uso se vincula directamente con las nociones de ‘escasez’ y ‘límite’. Solo aquellos recursos que percibamos como escasos y limitados requieren, en un principio, de un uso humano sostenible que garantice los sutiles equilibrios del clima, la biodiversidad y los ecosistemas, al tiempo que sea capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras. Sin embargo, esta percepción dependerá enteramente del marco de pensamiento social y político del que partamos; mientras que el ‘límite’ siempre estará presente, la ‘escasez’ será solo cierta en la medida en que no logremos reordenar nuestras prioridades materiales, poner coto a las ansias de posesión y dominio, y comprender de forma profunda nuestra interrelación con todos los seres vivos. Desde miradas ecocéntricas, es probable que podamos hallar más abundancia que escasez en la biosfera, siempre que logremos dejar de lado los aspectos más materialistas y consumistas de nuestra cultura. Si solo deseamos adornar nuestro pelo con una margarita, un campo lleno de ellas es una espléndida abundancia.
La palabra ‘límite’, por su parte, proviene del latin limes, cuyo genitivo es limitis (borde o frontera). El modelo socioeconómico que se ha globalizado, especialmente desde los años 80 del siglo XX, ha tenido una relación de amor-odio con las fronteras. En lo social, han sido garantes de que el Norte Global pueda seguir aprovisionándose mediante el llamado ‘libre’ comercio de la base material y energética necesaria para sostener unos niveles de vida en clara extralimitación ecológica, al mismo tiempo que se excluía de la libre movilidad y del disfrute de esos mismos recursos a poblaciones cuya huella sí respetaba los límites biofísicos del Planeta. En lo ecológico, en cambio, el límite o frontera se ha ignorado de forma recurrente, avanzando hacia el abismo del colapso ecológico de una forma cortoplacista y temeraria. En este sentido, al igual que ‘pasarse del límite’ era en origen entrar en propiedad ajena, el modelo capitalista globalizado ha desechado en lo ecológico esa sacralidad de las fronteras; atropellando los ritmos pausados de la regeneración natural, saqueando el patrimonio de generaciones futuras, y desencadenando desequilibrios ecosistémicos y bucles de retroalimentación positiva lejanos al control humano. Podemos ir más allá y reflexionar también sobre cómo hemos traspasado nuestros límites como especie, olvidando que somos seres ecodependientes, interdependientes y, por lo tanto, vulnerables, pues dependemos enteramente de la Tierra y del cuidado de nuestras iguales para sobrevivir.
No hace falta echar la vista muy atrás en el tiempo para dar con sociedades que han convivido de forma armónica con los límites de la naturaleza. Incluso en el presente, las podemos seguir encontrando impulsadas por movimientos sociales, campesinos o indígenas. En Occidente, hace apenas medio siglo se empleaban muchas tecnologías duraderas y de bajo impacto ecológico, al tiempo que en muchos lugares se llevaban modos de vida frugales que han sido estigmatizados como obsoletos y contrarios al progreso. Especialmente en un medio rural que ha sido progresivamente vaciado, la proximidad a la producción de alimentos y a las lógicas de funcionamiento de la biosfera acercaban a los seres humanos en muchos sentidos a la conciencia de los límites naturales de los recursos y generaba un vínculo afectivo con su protección. En muchos sentidos, los modos de vida consumistas y urbanitas nos han desvinculado de la base material y energética que nos sustenta, y de los cuidados que esta requiere para garantizar su sostenibilidad.
El análisis de recursos didácticos que aquí realizamos trata de aportar en este sentido una perspectiva crítica sobre el problema del uso sostenible de recursos naturales. Desde la educación formal (y también desde la no formal), creemos necesario integrar una perspectiva transformadora en lo ecosocial, que huya de cualquier lavado de cara del actual sistema socioeconómico, y que pueda promover medidas superficiales, huecas y/o insuficientes para la emergencia ecológica que enfrentamos. Es por ello que partimos de dos mandatos principales e ineludibles que deberían integrar los materiales didácticos que se refieran a gestión de recursos: el principio de circularidad y el principio de decrecimiento. El primero nos aproxima a la idea de tender al cierre de ciclos materiales y energéticos, mientras que el segundo nos urge a comprender que se puede vivir dignamente con menos, es más, que probablemente solo se pueda vivir dignamente con menos consumo material y energético. Además, ambos principios deben estar atravesados por las perspectivas de género, decolonial, y de clase. Es desde aquí desde donde vislumbramos un horizonte de transición en nuestra relación con los límites de los recursos naturales, que habremos de afrontar o de forma ordenada, justa y solidaria, o de forma caótica, insolidaria e injusta.
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Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD).